Así somos en vida!

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lunes, 1 de septiembre de 2014

¡CREO QUE AQUí ESTÁ LA RESPUESTA!



Un segundo que pongo el volumen de la radio más bajita y ya empiezo. (Pausa) ¡Ya! Aquí me hallo escuchando el larguero y muy gustoso, pues ya estamos en septiembre y hoy he incorporado dos novedades nueva a mi martingala de vida. Una, he empezado a ir al gimnasio y la otra… es la primera vez que me quito la camiseta al correr, ¡Jajajajajaja!

Estoy seguro que mucho de vosotros habéis tenido o tenéis perro. Si, ese que dicen que es el amigo del hombre. Ese que siempre agradece cualquier gesto por muy insignificante que sea. Ese que te espera en los pies de tu cama para que les des una ínfima caricia. Ese que es capaz de quedarse al lado de su amo aunque este haya fenecido. Ese que se contenta con que lo saques al menos una vez al día a la calle a hacer sus necesidades. Y así podría estar enumerando cualidades de este animal doméstico, donde los haya.

¿POR QUÉ LOS ABANDONAN?

Yo no puedo responder a eso, a no ser que sea con improperios que no vienen al caso narrar y menos en mi blog. Pero me encantaría que leyerais esto que a continuación os cito y que vosotros mismos saquéis las respuestas a la pregunta que os he formulado.

Durante los últimos dos años, Gregory Berns, líder de la investigación y profesor de neuroeconomía de la Emory University en Atlanta, Georgia, y un grupo de colegas suyos han entrenado a perros para que entren en máquinas de resonancia magnética, despiertos y de manera voluntaria, con el fin de estudiar su cerebro.
El estudio se llevó a cabo con términos similares a los que se realizan con seres humanos. Los perros y sus dueños firmaron un acuerdo en el que accedían a los procedimientos y en el que determinaron que podían renunciar a su participación en cualquier momento. “Solo se utilizaron métodos de entrenamiento positivo. No los sedamos. No los forzamos”, aseguró Berns en su artículo publicado en el diario The New York Times.
Con la colaboración del entrenador de mascotas Mark Spivak, fue entrenada Callie, la Terrier Mix del profesor Berns y la primera voluntaria del programa. Callie aprendió a usar protectores de oídos, a entrar al equipo de resonancia y a permanecer quieta durante períodos de 30 segundos, al igual que los demás perros.
Las reacciones de los animales fueron analizadas mientras que estos eran expuestos a sensaciones relacionadas con sus dueños, con otros perros cercanos y con cosas que no conocían. En las imágenes neurológicas se encontró que el núcleo caudado, una importante zona del cerebro altamente relacionada con la memoria emocional, rica en receptores de dopamina, se activa al contacto con olores e imágenes conocidas, tal y como en los seres humanos.
Los resultados de la investigación precedida por el también autor del libro “Cómo nos aman los perros: un neurólogo y su perro adoptado descifran el cerebro canino”, fueron revelados parcialmente. Entre ellos se encuentran los datos que confirman que los perros, y probablemente los demás animales, también tienen emociones.
Las intenciones de Berns son contribuir a que los humanos empiecen a reconocer a los animales como semejantes en muchos aspectos y, por tanto, respeten su integridad y valoren su vida como él mismo afirma.
¡Creo que aquí está la respuesta!

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