UNA DE RELATO… UN OLVIDADO.

Acababa de aterrizar en la ciudad. En mi mente solo cabía llegar allí y constatar por mí mismo los rumores que llegaron hasta mi, referente a mi amigo, a mi hermano. Cogí un taxi, que olía a alcohol y a tabaco, era un hedor paupérrimo, que me hubiera entrado ganas de vomitar por la ventanilla y salir corriendo del coche. Me bajé muchísimo antes de mi destino, a causa del mal olor y me dispuse a andar hacia mi objetivo.
Llovía bastante, las aceras estaban encharcadas y mis pálpitos a medida que me iba aproximando al punto de llegada iban en aumento. Intentaba serpentear los pequeños charquitos que el goteo permanente habían dado a luz, pero me era imposible dado que cada vez se sucedían más. Pude observar como en las inmediaciones de ese lugar, al cual me dirigía, la gente estaba revuelta, hacían aspavientos, un par de ellos discutían acaloradamente enfrente de un escaparate de floristería de alta gama. Yo, me quede unos segundo indecisos, si acercarme más o hacer mutis por el foro y jamás volver a ese emplazamiento. De repente y sin previo aviso, como si me cayera encima una piedra a plomo, sentí una quemazón exacerbada en mi hombro derecho.
Era uno de ellos, un secuaz de otros tantos, que con doblez me saludo y se retiró de mi lado a la mayor ligereza posible. Mis pasos eran cansinos, a la vez que angustiosos, pues sabía a pie juntillas que el no iba a estar ahí, en su casa, en su hábitat natural de casi toda la vida, donde se había forjado como persona de mundo.
Ya estaba en la puerta y nadie, me fijaba la vista, todas me la esquivaban y seguían susurrando entre ellos, seguramente farfullaban de mi. En el momento que pasé el umbral y observé cuadros y demás enseres de la sala, a mi mente llegaron recuerdos de todo tipo de mi gran amigo. Él lo había dado todo por ese grupo. Trabajo sin nada a cambio, favores sin nada a cambio, recomendados sin nada a cambio. Dejaba a familia, amigos, novia y demás quehaceres, por estar allí, porque allí es donde el se forjo como hombre de mundo, como hombre que se viste por los pies.

Mis ojos se desvanecían y escudriñaban a alguien que pudiera atenderme y que desahogara la angustia que influía en mi corazón. De soslayo divise a uno de los jefes del grupo y sin vacilar me dirigí hacia el.   Cuando lo tuve delante mía nos cruzamos las miradas y me dijo con el rostro iluminado y encendido de maldad purificada: - El ya no está aquí, te puedes marchar a buscarlo a otro sitio.
Lo mire y del interior de mi alma, emanaban improperios propios del mismísimo Belcebú. No medié palabra alguna y me fui recordando a mi compadre de la mejor manera posible.

De camino a casa, me iba interrogando mentalmente y me preguntaba a mi mismo: ¿Porque antes le llamaban a cada momento a mi hermano y ya no? ¿Porque se han portado de esa manera contigo hermano si tu lo has dado todo por ellos? ¿Porque existe esta maldita envidia que no te han dejado ser como tu eres hermano? ¿Porque a ti y no a otro? ¿Porque te han negado la amistad a ti, a cambio de  mantener un puesto? ¿Porque ya no eres valido para ellos? ¿Porque te han tratado como un juguete roto? ¿Porque...

Ringgggg! Ringgggggg! Ringgggggg!

¿Si dime Hermano? Que me he quedado dormido. ¿Que hora es? (Pausa) ¿Sabes que he soñado que te ibas de allí? (Pausa) Que te vilipendiaban, que te ultrajaban como si fueras un cualquiera amigo mío. ¡Uffff! Menos mal que todo ha sido un sueño hermano, amigo mío. (Pausa) Gracias hermano del alma, que sepas que yo pase lo que pase, siempre estaré a tu verita. Te quiero y te digo, que para mi nunca serás un olvidado.


… dedicado a ti, porque eres muy grande.